"...Es cierto,...puede que fueran mil llamadas...no lo se...el caso es que ella no dejó de llamarlo por teléfono y las horas pasaron fugaces ante su mirada, absorta en la contemplación de la incompetencia. Y, sí, puede que fueran mil llamadas...Lo llamó muchas veces, sí, lo llamó hasta el cansancio, hasta agotar las baterías de todos los teléfonos disponibles y a su alcance...Lo llamó con pasión, con desesperación, lo llamó con locura, lo llamó conteniendo unas ganas irrefrenables de llorar cada segundo que pasaba...Fue entonces cuando comenzó a sentir ese nudo en la boca del estómago que solamente desaparecerá el día del reencuentro..."
Mariposita
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